Nāḥam

VAMOS A INTERCEDER

Soy consciente de que este tiempo que vivimos en el mundo, con la pandemia del coronavirus -y todas las demás pandemias que han quedado al descubierto-, está siendo una época de angustia, de muertes, de sufrimiento, de soledad y de muchísimo dolor para una enorme cantidad de gente; pero sé también que esta misma realidad ha sacado a relucir la solidaridad, la cercanía, la empatía y la hermandad de un montón de personas que, en medio de sus carencias, se sienten movidas a aportar de alguna forma a los que la están pasando peor que ellos.  

El Dios revelado por Jesús es ABBÁ. No es el dios castigador, justiciero, distante, desentendido de la realidad humana y sediento de sangre de holocaustos como nos lo han mostrado, -producto de sus propias cosmovisiones y culturas-, en algunos pasajes del Antiguo Testamento.

Porque el verdadero rostro de Dios que nos muestra Jesús es el del Padre del pródigo, no creo que necesite que tú le cuentes lo que te pasa porque Él ya lo sabe. No soy de esos predicadores que andan diciendo por ahí que tú le tienes que pedir a Dios lo que crees que necesitas con detalles, características específicas y minucias, porque Él es el único que conoce perfectamente lo que tu vida requiere antes de que se lo pidas. El salmista dice contundentemente en 139,4-5: “Aún no llega la palabra a mi lengua, y tú, Yahvé la conoces por entero; me rodeas por detrás y por delante, tienes puesta tu mano sobre mí”.  

Me resisto a creer que Dios, que es Padre-Madre esté esperando que alguien, a fuerza de oraciones o sacrificios, lo intente convencer para actuar poderosa, providente o sanadoramente a favor de alguno de sus hijos, ya que, estoy convencido, de que Él hace eso gratuitamente por su propia iniciativa sin que nadie se lo clame. 

Desde mi comprensión de la teología y de la pastoral creo que la verdadera intercesión está sustentada sobre varios pilares. Algunos de estos son:

1- Tú existes y tienes una realidad concreta, unas necesidades específicas y una historia particular.

2- Eso que eres, a mí que soy tu hermano, sin importar si te conozco en persona o no, me importa, me duele lo que te sucede y no quiero ser indiferente ante tus angustias y sufrimientos.

3- Quiero orar por ti, sabiendo que al orar le abro mi corazón a Dios no para que “mueva su mano” en tal o cual dirección, sino para que Él me mueva a acercarme a ti y, desde mis posibilidades, trataré de hacerte saber que el Amado camina contigo de maneras concretas.

4- Entraré en contacto contigo, me haré prójimo tuyo, para ser presencia del Señor en tu camino.

5- Anticipadamente le agradezco a Dios, lo bendigo y lo alabo porque sé que sin duda, Él te sostendrá y te cuidará porque “tiene puesta su mano sobre ti”.

Por estas y otras razones he decidido crear un equipo de intercesión conformado por un grupo de personas muy cercanas a mi vida (laicos y consagrados), en las cuales tengo plena confianza, para que como verdaderos intercesores estén orando por tus necesidades y también buscando la manera de hacerte saber que para Dios nada de lo que vives le es ajeno. 

Esta sección, que como te explico en el video, he querido llamar “nāḥam”, quiere ser para ti un espacio en donde puedes compartirnos tus necesidades y peticiones sabiendo que estaremos orando por tu vida. A cambio te pido sólo dos cosas:

1. Tú también debes comprometerte a orar por las intenciones de los demás y por nosotros los que hacemos parte de este equipo de pachobermeo.com.

2. Que me escribas luego contándonos los testimonios de lo que descubrirás de parte de Dios por medio de este servicio.

Deseo que experimentes la poderosa y consoladora presencia del cielo en cada realidad de tu vida.

Un gran abrazo,

Pacho Bermeo.