3. Desde la Soledad

Desde la soledad

“¡Qué doloroso es sentirse solo aunque se esté rodeado de mucha gente!”. Este es uno de los comentarios más comunes que me hacen a diario en los lugares a donde voy y que evidencia la urgente necesidad que tenemos los seres humanos de sentirnos acompañados por personas que nos comprendan y nos ayuden a caminar por la vida.

Si te sientes identificado con esta realidad tan común, te tengo una buena noticia: Dios es persona -es más, son Tres-, y nunca se va… No es una energía cósmica que da ciertos poderes extrasensoriales y que se mantiene en la estratósfera inalcanzable. ¡No! Es Persona, y eso significa que tú y yo podemos y debemos construir una relación interpersonal con Él, a partir de descubrirlo cercano, implicado en todo lo que vivimos y además interesado en darle sentido a cada aspecto de tu existencia.

Si te das la oportunidad de tener una experiencia de intimidad con Dios, estoy seguro de que nunca más te sentirás solo o incomprendido. La manera de empezar a construir esta relación personal con el buen Dios es muy sencilla: nosotros lo conocemos como “oración” y solo requiere disponibilidad de corazón y afinar un poco los sentidos para ver, sentir, escuchar, percibir y disfrutar de sus respuestas.

Creo que podríamos decir que la oración es un diálogo que tiene tres partes:

  1. Tú le hablas a Dios y le cuentas la lectura que haces de las circunstancias que estás viviendo y cómo te sientes frente a lo que vas enfrentando.
  2. Dedicas un tiempo a “sintonizar” tu corazón y tus sentidos con la frecuencia de amor y múltiples maneras en las que Dios responde y lo escuchas atentamente.
  3. Diseñas estrategias concretas para actuar de acuerdo con lo escuchado; de esa manera, la oración se traduce en acciones y no en palabrería.

Me gusta pensar en la oración a partir de un texto del Antiguo Testamento (1R 19,1-16) en donde el protagonista es un hombre llamado Elías, que tenía como oficio dado por Dios el de ser profeta. Como consecuencia de su trabajo como presencia de Dios en medio de su pueblo fue perseguido y amenazado de muerte; al tener que huir se sintió solo, sin fuerzas, deprimido, triste y con ganas de “tirar la toalla”.  En medio de esa crisis llega casi a rastras hasta el monte Horeb, entró en una cueva y pasó en ella la noche. Al día siguiente Dios lo buscó y le preguntó acerca de lo que sentía y lo que estaba viviendo, a lo cual Elías le vuelca su corazón en la oración y le cuenta lo que sentía que le estaba pasando; entonces, Dios le dice que salga de la cueva ya que va a pasar junto a él.

De una hermosa manera, llena de recursos literarios y bellas simbologías, nos cuenta el escritor del texto que, de pronto, hubo un huracán tan fuerte que se rompían las rocas y se agrietaba la montaña; después de esto se desencadenó un terremoto y para rematar se levantó un incendio… Esta narración dice que en ninguno de estos fenómenos impresionantes estaba pasando la presencia de Dios.

De un momento a otro se suscitó una suave brisa y, cuando Elías la sintió se cubrió el rostro porque percibió que en ella pasaba Dios. ¡Qué tremendo momento de oración el de este hombre!  Se nota claramente que Elías tenía una relación tan profunda con Dios que incluso en medio de esa crisis tan fuerte que estaba atravesando, podía discernir cuándo los fenómenos impactantes y extraordinarios eran sólo “fuegos artificiales” pero no presencia de Dios, y cuándo una suave brisa, delicada y, a la vez poderosa, era el paso del Señor.

Dios le dice a Elías que baje de la montaña y vaya a seguir cumpliendo con sus labores como profeta. Lo que vivió en la cumbre del monte: Inteligir el paso de YHWH en medio de tanto distractor “Hollywoodense”, lograr sentir a Dios así de cerca y dejarse conmover por su delicada presencia, ahora se convierte en el motor y la fuerza necesaria para regresar a la planicie y retomar su vida cotidiana, pero desde una novedosa perspectiva de amor y servicio.

Deseo que te tomes el tiempo que necesitas para buscar en Dios el refugio y la compañía que tu corazón anhela, y ya sea que te encuentres en un momento de felicidad plena, de gran angustia o de dolorosa crisis, espero que tengas la certeza de que Dios está ahí contigo esperando que empieces a construir una fuerte relación con Él sustentada en la sencillez de la oración que brota de la transparencia con la que un amigo le habla a otro o con la que un hijo le murmura a su Padre-Madre.

Sin duda, orar se irá convirtiendo para ti en la progresiva toma de conciencia del paso de Dios por tu vida, de su compañía, de sus cuidados, de su ánimo para enfrentar las adversidades y de la complicidad de su cercanía en tus triunfos y alegrías. Irás descubriendo que a orar se aprende orando y que en la medida que vas convirtiéndolo en un hábito vital, irás experimentando que empiezas a ver la vida desde la perspectiva de la esperanza, que lo que hasta ahora eran problemas y pruebas terribles, se transformarán en enormes oportunidades para crecer y para aportar a los que te rodean una comprensión nueva sobre la vida.

Tengo la certeza de que uno de los indicadores que experimentarás cuánto más ores es que te empezará a doler el dolor de los que te rodean y no podrás volver a vivir en indiferencia ante las injusticias y las necesidades de los demás y, seguramente, no tendrás que pedirle permiso a nadie para abrazar, besar, acariciar, dialogar, escuchar o cuidar a quienes cerca de ti están muriendo en vida sin alguien que los rescate.

Dios pasa como una suave brisa que refresca la vida y alivia las horas en donde sientes que todo está perdido y renace en ti la paz y la esperanza que tú y los tuyos anhelan y requieren.

Pienso en los que tienes cerca, que en este momento están viviendo en medio de una gran soledad, y tengo la confianza de que el TodoAmoroso Salvador va a hacerse cercano, providente y fuente de consuelo para ellos a través de tu vida y tus gestos de proximidad.

Gracias por acompañarme en este blog “entre líneas”. Espero que sea de bendición para ti y para muchos a través tuyo. Nos volveremos a encontrar en 15 días.

Un gran abrazo.

Pacho Bermeo

10 Responses

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *